EL AMOR
El amor es el sentimiento que crea los vínculos más profundos con las personas, se basa en la admiración y la libertad. Esa clase de amor puede transformar a otros del mismo modo que el amor de Cristo nos transforma a nosotros.
Por ello, amar a Dios se refiere a hacer su voluntad y fundamentar nuestros deseos y actos en sus mandamientos y palabra.
Monseñor Romero
Mons. Oscar A. Romero, el Arzobispo de San Salvador asesinado en 1980 mientras celebraba una Misa.
Oscar Arnulfo Romero nació en Ciudad Barrios, en el este de El Salvador, el 15 de agosto de 1917, día de la Asunción de la Virgen María. Creció en el seno de una familia humilde. Desde pequeño era conocido por su amor a las cosas sencillas y las comunicaciones. En una ocasión, cuando era todavía un niño, asistió a una ordenación sacerdotal que le dejó impactado, y generó en él un deseo profundo de convertirse en sacerdote.
Ese deseo se haría realidad años más tarde, tras estudiar entre 1931 y 1937 en el Seminario Menor de San Miguel de los padres Claretianos y en el Seminario San José de la Montaña con los jesuitas. En 1939, cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, fue enviado a Roma para completar su formación en Teología en la Pontificia Universidad Gregoriana. Fue ordenado sacerdote el 4 de abril de 1942 y en agosto de 1943 regresó a El Salvador, donde lo nombraron párroco en Anamorós, en el este del país.
En sus homilías en la catedral y en sus frecuentes visitas a las poblaciones, Mons. Romero no se cansó de denunciar y condenar repetidamente los violentos ataques contra la Iglesia y los salvadoreños. Esto hizo que fuera blanco de una agobiante campaña en su contra por parte de los sectores poderosos del país, del gobierno y de las organizaciones político-militares de izquierda. En los diarios recibió calumnias, insultos y amenazas de todo tipo. Varios de sus amigos sacerdotes fueron asesinados durante ese tiempo.
Incluso obispos y sacerdotes buscaron manchar su nombre, calumniándolo ante las autoridades de Roma. A pesar de ello, Mons. Romero recibió el apoyo del Papa Pablo VI. Posteriormente también el Papa Juan Pablo II respaldó su posición y le animó a continuar por la senda de la justicia y la pacificación de El Salvador. Sin embargo, el 24 de marzo de 1980 fue asesinado por un francotirador frente al altar donde celebraba Misa. El 3 de febrero de 2015 el Papa Francisco reconoció su martirio y fue beatificado el 25 de mayo de ese mismo año por el Cardenal Ángelo Amato, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, en San Salvador."Mi voz desaparecerá, pero mi palabra que es Cristo quedará en los corazones que lo hayan querido acoger"


puedo pensar en el amor al prójimo, en el amor a los hijos o a los padres, en el amor hacia la pareja, en el amor a Dios.
ResponderBorrarCreo que la palabra correcta para representar el amor sería el prójimo porque el prójimo es "otro yo" estamos diciendo que todos somos iguales y que todos merecemos ese amor
ResponderBorrarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderBorrarPues que debemos amar a los que nos rodean ya que en ellos esta reflejado Dios
ResponderBorrar"Cuando Romero fue nombrado arzobispo era visto como una alternativa para mantener el status quo, no lo percibían como alguien que estaría cuestionando el sistema", le dice a BBC Mundo Karla Ann Koll, profesora de Historia y Misión de la Universidad Bíblica Latinoamericana, con sede en Costa Rica.
ResponderBorrarMonseñor Romero fue fue un sacerdote católico salvadoreño y el cuarto arzobispo metropolitano de San Salvador (1977-1980), célebre por su prédica en defensa de los derechos humanos y por haber sido asesinado durante la celebración de la misa en la capilla del hospital Divina Providencia.
ResponderBorrarSus acciones son admiradas por los seguidores de la teología de la liberación;
Quienes lo mataron quisieron callar la voz de todo un pueblo, de todos aquellos que sufren y no tienen voz. Debemos rescatar el pensamiento religioso, económico, social y político de Óscar Romero, para seguir construyendo un mundo más justo, solidario, equitativo y habitable para todos. Apropiándome de las palabras de una de sus homilías, mientras no tengamos hombres nuevos, no tendremos un mundo mejor, libre, verdaderamente independiente, porque la verdadera esclavitud está ahí en el corazón.
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